Archivo de diciembre 2005

22
Dic
05

Vida después de la muerte, por Isaac Asimov

La muerte de mis padres debió de suscitar en mí una nueva reflexión sobre la posibilidad de la vida después de la muerte. Qué cómodo sería esperar que la propia muerte fuera, además, una oportunidad para una vida (probablemente) más gloriosa, y sentir que se va a ver de nuevo a los padres ya otros seres queridos, a lo mejor incluso con todo el vigor de su juventud.

A pesar de la falta absoluta de pruebas, una gran mayoría acepta sin ninguna duda la existencia de la vida después de la muerte porque tales pensamientos son muy reconfortantes y estimulantes y acaban con la idea terrible de la muerte.

¿Cómo empezó todo? , nos podríamos preguntar. Mi idea, puramente especulativa, es la siguiente…
Por lo que sabemos, la especie humana es la única que comprende que la muerte es inevitable, no sólo en general sino también en cada caso individual.

No importa lo que hagamos para protegernos contra la depredación, los accidentes, la infección, cada uno de nosotros morirá por el deterioro de nuestro propio cuerpo, y lo sabemos.

Debió de haber un tiempo en el que este conocimiento brotara en una comunidad humana por primera vez, y debió de ser un choque terrible. Equivalía al «descubrimiento de la muerte». Lo único que podía hacer soportable esa idea era suponer que no existía en realidad, que era una ilusión. Después de que uno, aparentemente, moría, seguía vivo de alguna otra manera, en algún otro lugar. Esto debió de ser favorecido, sin duda, por el hecho de que los muertos se aparecían a menudo en los sueños de los amigos y parientes, y estas apariciones en los sueños se podían interpretar como la representación de una sombra o «fantasma» de la persona «muerta» todavía viva.

De esta manera, las especulaciones sobre el otro mundo cada vez fueron más complejas. Para los griegos y los hebreos, el otro mundo (Hades o Sheol) era fundamentalmente un lugar sombrío, en el que predominaba la no existencia. Sin embargo, había lugares especiales de tormento para los malos (Tártaro) y lugares de deleite para los
hombres bendecidos por los dioses (Campos Elíseos o Paraíso). Estos extremos fueron admitidos por quienes querían verse bendecidos ya sus enemigos castigados, si no en este mundo por lo menos en el futuro.

La imaginación llegó a concebir un lugar final de descanso para los malos o para cualquiera, por bueno que fuera, que no suscribiera la misma farsa que el imaginador. Esto nos lleva a la noción moderna del infierno como un lugar de eterno y cruel castigo.

Éste es el sueño estúpido de un sádico injertado en un Dios al que se proclama infinitamente bueno y misericordioso.

Sin embargo, la imaginación nunca ha logrado construir un Cielo útil. El Cielo islámico tiene sus huríes, siempre disponibles y virginales, de manera que se convierte en una casa de sexo eterna. El Cielo vikingo tiene a sus héroes celebrando banquetes en el Valhalla y luchando unos con otros entre dos banquetes, de manera que se convierte en un restaurante y un campo de batalla eterno. y nuestro propio Cielo por lo general se representa como un lugar en el que todo el mundo tiene alas, toca el arpa y canta himnos interminables de alabanza a Dios.

¿Qué ser humano con una inteligencia media puede creer en ninguno de esos cielos, o de los otros que ha inventado la gente? ¿Dónde hay un cielo con la posibilidad de leer, escribir, explorar, de mantener una conversación interesante o de realizar investigaciones científicas? Nunca he oído que exista ninguno.

Al leer el Paraíso perdido de Milton, se descubre que su cielo es un canto eterno de alabanza a Dios. No es de extrañar que una tercera parte de los ángeles se rebelaran. Cuando fueron arrojados al infierno se dedicaron a los ejercicios intelectuales (lea el poema si no me cree) y yo pienso que, infierno o no, allí estaban mejor. Cuando lo leí, sentí una gran simpatía por el Satán de Milton y lo consideré el héroe de la epopeya, lo pretendiera Milton. 0 no.

Pero ¿en qué creo yo? Puesto que soy ateo y no creo que existan Dios ni el diablo, el cielo ni el infierno, sólo puedo
suponer que cuando muera todo lo que habrá será una eternidad hecha de nada. Después de todo, el Universo existía quince mil millones de años antes de que yo naciera, y yo (quienquiera que sea ese «yo») sobreviví a todo eso en el «no ser».

Puede que la gente se pregunte si ésta no es una creencia poco prometedora y desesperanzada. ¿Cómo puedo vivir con el espectro de la nada balanceándose sobre mi cabeza?

No creo que sea un espectro. No hay nada aterrador en dormir eternamente. Sin duda, es mejor que el tormento eterno del infierno o el aburrimiento eterno del cielo.

¿ Y qué si estoy equivocado ? Le hicieron esta pregunta a Bertrand Russell, el famoso matemático, filósofo y ateo franco. -¿Y si muere -le preguntaron- y se encuentra cara a cara con Dios ? ¿Entonces qué ?

-Le diría: «Señor, deberíais habernos dado más pruebas»
-respondió el valiente campeón.

Hace unos meses, tuve un sueño que recuerdo con asombrosa claridad.
(Por lo general no recuerdo ninguno.)

Soñé que había muerto y estaba en el cielo. Miré alrededor y sabía dónde estaba: campos verdes, nubes algodonosas, aire perfumado y el sonido lejano y embelesador de un coro celestial. y ahí estaba el ángel de la entrada con una amplia sonrisa de bienvenida.

-¿Es esto el cielo? -pregunté asombrado.
-Sí, lo es -respondió el ángel.
-Pero debe de haber un error. No pertenezco a este lugar. Soy ateo -dije (y al despertar y recordarlo estaba orgulloso de mi integridad).
-No hay ningún error-afirmó el ángel.
-Pero, siendo ateo, ¿cómo puedo cumplir los requisitos?
-Somos nosotros los que decidimos quién los cumple, no usted
-contestó el ángel con severidad.
-Ya veo -asentí. Miré a mi alrededor, reflexioné unos segundos, me volví hacia el ángel y añadí-: ¿ Hay alguna máquina de escribir aquí que pueda utilizar?

Para mí, el significado del sueño era muy claro. Sentirse en el cielo era poder escribir. Yo he estado en el cielo durante medio siglo y siempre lo he sabido.
Un segundo punto importante fue la observación del ángel de que es el cielo y no los hombres el que decide quién cumple los requisitos. Supongo que esto significa que si no fuera ateo, creería en un Dios que elegiría salvar a la gente según su comportamiento en la totalidad de sus vidas y no por sus palabras. Creo que Dios preferiría un ateo honesto y recto a un telepredicador que no hace más que repetir la palabra Dios, Dios, Dios, y cuyos actos son horribles, horribles, horribles.

También querría un Dios que no permitiese un infierno. La tortura infinita sólo puede ser un castigo para el mal infinito, y no creo que se pueda afirmar que éste exista, incluso en el caso de Hitler. Además, si la mayoría de los gobiernos humanos son lo bastante civilizados como para tratar de eliminar la tortura y proscribir los castigos crueles e insólitos, ¿Podemos esperar algo menos de un Dios todo misericordioso?

Creo que si hubiera vida futura, el castigo del mal sería razonable pero sólo por un tiempo determinado. y pienso que el castigo más largo y peor debería ser aplicado a los que han calumniado a Dios al haber inventado el infierno.

Pero todo esto no es más que un juego. Soy firme en mis creencias. Soy ateo y, en mi opinión, a la muerte le sigue un sueño eterno.

Isaac Asimov

Biografía: http://usuarios.lycos.es/isaacasimov/biografa.htm

15
Dic
05

AMD Rocks

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